Los
hambrientos entregan sus vidas en los desiertos, en los mares y en
silencio. Sin derechos, sin papeles, sin fecha de nacimiento, sin agua,
sin casa, sin comida, sin nombre, sin memoria. Mueren millones de HAMBRIENTOS, al igual que morían en el campo de exterminio nazi: sin nombre, sin derechos, sin identidad, sin memoria.
La política moderna puede ser vista como la política de un gran campo de concentración, donde millones de personas viven y mueren en un estado de excepción permanente, ante la indiferencia de los responsables.
Ante el holocausto del hambre, la respuesta al sufrimiento, dirá Etty Hillesum, deportada voluntariamente a Auschswitz es, "Salvar a Dios”:“Sólo
una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que
debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que
tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en
nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones
desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar
mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada
latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que
debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el
lugar que ocupas en nuestro interior”.
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